Balerio era el número uno, pero Garay era el líder. Bastaba verlo en la cancha: guapeaba cuando tenía que hacerlo, pegaba igualito, dirigía el tránsito, ordenaba. Pedro Garay tenía 36 años cuando Sergio Markarián decidió que él, paraguayo de nacimiento, tenía que seguir siendo el capitán celeste. En esa condición, el ‘Pelado’ estuvo a 90 minutos de levantar la Copa Libertadores 1997. O a una jugada de Julinho, si usted quiere. Pero ese es un tema difícil. Trece años después, Pedro Garay es el técnico del Unión Chucuro de Huancayo, que juega la departamental de la Copa Perú. Esa es su función en el fútbol peruano: ser el jefe. Allá, a solas, tiene mucho tiempo para pensar. El último gran capitán que tuvo Sergio Markarián en un equipo peruano lo ha hecho. Para él, que conoce el tema como pocos, Claudio Pizarro tiene que llevar la cinta en la selección del ‘Mago’. Si se compromete consigo mismo, claro. Si no, es el número uno, pero acepta que debe ser el líder.
Somos últimos en Sudamérica, y políticamente la situación en la Videna es crítica. ¿Era el tiempo ideal para que Sergio Markarián dirija a Perú?
Me parece que es una decisión acertada, fuera de eso que me dices. Él conoce cómo es el jugador peruano, sus costumbres, sus características, sus opiniones, sus modales. No de ahora, eh; lo sabe desde que vino a la ‘U’ en los años 90. Ahora lo que tenemos que hacer todos es colaborar con él. Todos.
¿Y cómo es el jugador peruano?
Tiene un carácter especial. Tiene cosas buenas y malas. Le gusta que le hablen, que lo convenzan. Para eso está aquí Sergio. Él dirigió a los dos clubes más importantes del Perú de esos años [la ‘U’ y Cristal] y consiguió formar grupos fuera y dentro de la cancha. En Cristal éramos amigos todos desde la época de Juan Carlos [Oblitas]. Sergio lo fortaleció. Eso es un factor clave ahora para la selección, y el profesor lo sabe: convencimiento.
¿Tiene que empezar todo de cero con la selección?
Sergio sabe lo que tiene que hacer, solo hay que apoyarlo. Lo que sí creo es que su poder de convencimiento fue tal con nosotros que todos aceptamos su forma de trabajar. Él era el líder y lo demostraba desde los entrenamientos.
¿Cuál es el papel del capitán en los proyectos de Markarián?
El profesor es un obsesivo, es un estudioso. Su cerebro es como una biblioteca: prepara a su equipo de acuerdo con el rival que le toque y después de conocer todas sus debilidades. Él se encarga de eso. La función del capitán es respaldarlo y dirigir a los compañeros en la cancha. Hacerles recordar lo que deben hacer.
Markarián dijo alguna vez que tú fuiste uno de los mejores capitanes le tocó dirigir.
Yo diría lo mismo: fue uno de los entrenadores de los que más aprendí. Lo que la gente no sabe, o no recuerda, es que cuando él llega a Cristal no tuvo buenas referencias mías. Y me respaldó.
¿Es cierto que tu relación con él era pésima al comienzo?
No tanto así. Lo que pasa es que en 1995 él tuvo un problema con los paraguayos que jugaban en la “U” [N. de R. Nunes, Yrala, Dennis, Guerrero] y yo hablé en una entrevista y defendí a mis compatriotas. Creía que salieron mal de Universitario. Dije unas cosas contra el profesor porque era lo que sabía, lo que había escuchado. Llegó a Cristal y quiso hablar conmigo. Era para irme, pero era el capitán con Oblitas. Hablamos. “¿Es cierto lo que dijiste de mí?”, me preguntó. “Sí, profesor”. Yo creo que quería probar mi honestidad. “Ahora empezamos de nuevo, Pedro”, me dijo. Y así fue. Yo me maté por el equipo todavía más a partir de ese incidente. Y llegamos a la final de la Libertadores. ¿Borrón y cuenta nueva? Sí, puede ser. Es necesario a veces. Y Markarián es muy inteligente.
¿Con Claudio Pizarro puede pasar lo mismo?
Yo creo que sí. Él tiene que ser su capitán. Markarián es un tipo inteligente y lo va a sumar a su grupo. Pizarro debe ser uno de los mejores futbolistas peruanos en Europa. Estoy seguro de que generará el clima ideal para hablar de lo que pasó en los últimos años con la selección y arreglarán los problemas. Borrón y cuenta nueva, como tú dices.
¿Él reúne las condiciones para ser el líder del vestuario?
Creo que sí. Tiene experiencia y sus compañeros lo respetan. Solo tiene que convencerse.
¿Qué tipo de capitán le gusta a Markarián?
Un líder natural. Dentro y fuera de la cancha. En el campo que ordene. Afuera que sea un vigilante/consejero de la vida privada de los compañeros. Tiene que ser un nexo, además. El capitán habla con el técnico y habla con los jugadores. Es una función dura y yo lo hice. Quise ser un padre para mis compañeros. Me gusta creer que algo bueno salió de eso.
Somos últimos en Sudamérica, y políticamente la situación en la Videna es crítica. ¿Era el tiempo ideal para que Sergio Markarián dirija a Perú?
Me parece que es una decisión acertada, fuera de eso que me dices. Él conoce cómo es el jugador peruano, sus costumbres, sus características, sus opiniones, sus modales. No de ahora, eh; lo sabe desde que vino a la ‘U’ en los años 90. Ahora lo que tenemos que hacer todos es colaborar con él. Todos.
¿Y cómo es el jugador peruano?
Tiene un carácter especial. Tiene cosas buenas y malas. Le gusta que le hablen, que lo convenzan. Para eso está aquí Sergio. Él dirigió a los dos clubes más importantes del Perú de esos años [la ‘U’ y Cristal] y consiguió formar grupos fuera y dentro de la cancha. En Cristal éramos amigos todos desde la época de Juan Carlos [Oblitas]. Sergio lo fortaleció. Eso es un factor clave ahora para la selección, y el profesor lo sabe: convencimiento.
¿Tiene que empezar todo de cero con la selección?
Sergio sabe lo que tiene que hacer, solo hay que apoyarlo. Lo que sí creo es que su poder de convencimiento fue tal con nosotros que todos aceptamos su forma de trabajar. Él era el líder y lo demostraba desde los entrenamientos.
¿Cuál es el papel del capitán en los proyectos de Markarián?
El profesor es un obsesivo, es un estudioso. Su cerebro es como una biblioteca: prepara a su equipo de acuerdo con el rival que le toque y después de conocer todas sus debilidades. Él se encarga de eso. La función del capitán es respaldarlo y dirigir a los compañeros en la cancha. Hacerles recordar lo que deben hacer.
Markarián dijo alguna vez que tú fuiste uno de los mejores capitanes le tocó dirigir.
Yo diría lo mismo: fue uno de los entrenadores de los que más aprendí. Lo que la gente no sabe, o no recuerda, es que cuando él llega a Cristal no tuvo buenas referencias mías. Y me respaldó.
¿Es cierto que tu relación con él era pésima al comienzo?
No tanto así. Lo que pasa es que en 1995 él tuvo un problema con los paraguayos que jugaban en la “U” [N. de R. Nunes, Yrala, Dennis, Guerrero] y yo hablé en una entrevista y defendí a mis compatriotas. Creía que salieron mal de Universitario. Dije unas cosas contra el profesor porque era lo que sabía, lo que había escuchado. Llegó a Cristal y quiso hablar conmigo. Era para irme, pero era el capitán con Oblitas. Hablamos. “¿Es cierto lo que dijiste de mí?”, me preguntó. “Sí, profesor”. Yo creo que quería probar mi honestidad. “Ahora empezamos de nuevo, Pedro”, me dijo. Y así fue. Yo me maté por el equipo todavía más a partir de ese incidente. Y llegamos a la final de la Libertadores. ¿Borrón y cuenta nueva? Sí, puede ser. Es necesario a veces. Y Markarián es muy inteligente.
¿Con Claudio Pizarro puede pasar lo mismo?
Yo creo que sí. Él tiene que ser su capitán. Markarián es un tipo inteligente y lo va a sumar a su grupo. Pizarro debe ser uno de los mejores futbolistas peruanos en Europa. Estoy seguro de que generará el clima ideal para hablar de lo que pasó en los últimos años con la selección y arreglarán los problemas. Borrón y cuenta nueva, como tú dices.
¿Él reúne las condiciones para ser el líder del vestuario?
Creo que sí. Tiene experiencia y sus compañeros lo respetan. Solo tiene que convencerse.
¿Qué tipo de capitán le gusta a Markarián?
Un líder natural. Dentro y fuera de la cancha. En el campo que ordene. Afuera que sea un vigilante/consejero de la vida privada de los compañeros. Tiene que ser un nexo, además. El capitán habla con el técnico y habla con los jugadores. Es una función dura y yo lo hice. Quise ser un padre para mis compañeros. Me gusta creer que algo bueno salió de eso.
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